Uno de los grandes cuerdos patrios de la reciente historia política española no es otro que el insigne José María Aznar, que entre otros logros habría que destacar el haber colocado las piernas encima de la mesa del gran cuerdo Bush junior, imitar perfectamente el acento tejano o mentir al país con respecto a la guerra de Irak. Aznar o Asnar, como le llamaba su amigo americano, se le ha ocurrido la idea de reunir a los antiguos integrantes de su primer ejecutivo de cuerdos, no como un acto de nostalgia sino como aval de futuro. No puedo negar que me temblaron las piernas al imaginar durante unos segundos la posibilidad de regreso al futuro de este conjunto de elementos. ¿Es necesario que nos amedrenten de esta manera? ¿No es suficiente con el presente de Esperanza Aguirre? Ahora quieren el futuro de Mayor Oreja y para apoyarlo quién mejor que Aznar.
En plena crisis aparece el pequeño capitán para volver a tomar los mandos de la nave, aconsejando a los inexpertos navegantes actuales. Despliega su lista de méritos y nos vende su capacidad para solucionar problemas. Nos dice que reformemos el mercado laboral, por dios, que lo flexibilicemos y que bajemos los impuestos. No parece un discurso muy original. Es la misma letanía que repite la derecha cuerda una y otra vez como solución para cualquier problemática social, política, doméstica o pelea de barrio. Flexibilizar es su verbo preferido y les gusta aliñarlo con mercado laboral o mercado a secas. La bajada de impuestos sirve para todo. Que te tropiezas con una zanja en plena calle recien arreglada, hay que bajar los impuestos. Palabras multiusos con el objetivo de restar derechos a los ciudadanos e incentivar la práctica privada, anulando o destruyendo la empresa u organismos públicos. Aznar no es una garantía de futuro ni para el país ni para su partido ni para nada ni para nadie. Representa al pleistoceno político, al pasado más mugriento de la democracia española, al engaño. Y como pasado que es, es lógico que apoye a otro dinosaurio como Mayor Oreja.
Pensándolo bien, acercándose las elecciones europeas, es positivo que aparezca habitualmente en los medios y que muestre un apoyo público y claro al candidato Mayor Oreja. Según el eurobarometro, se prevé una gran abstención electoral para estas elecciones. Qué mejor antídoto contra la abstención que la presencia pública de Aznar y sus consejos sobre el rumbo que ha de tomar el país.
En plena crisis aparece el pequeño capitán para volver a tomar los mandos de la nave, aconsejando a los inexpertos navegantes actuales. Despliega su lista de méritos y nos vende su capacidad para solucionar problemas. Nos dice que reformemos el mercado laboral, por dios, que lo flexibilicemos y que bajemos los impuestos. No parece un discurso muy original. Es la misma letanía que repite la derecha cuerda una y otra vez como solución para cualquier problemática social, política, doméstica o pelea de barrio. Flexibilizar es su verbo preferido y les gusta aliñarlo con mercado laboral o mercado a secas. La bajada de impuestos sirve para todo. Que te tropiezas con una zanja en plena calle recien arreglada, hay que bajar los impuestos. Palabras multiusos con el objetivo de restar derechos a los ciudadanos e incentivar la práctica privada, anulando o destruyendo la empresa u organismos públicos. Aznar no es una garantía de futuro ni para el país ni para su partido ni para nada ni para nadie. Representa al pleistoceno político, al pasado más mugriento de la democracia española, al engaño. Y como pasado que es, es lógico que apoye a otro dinosaurio como Mayor Oreja.
Pensándolo bien, acercándose las elecciones europeas, es positivo que aparezca habitualmente en los medios y que muestre un apoyo público y claro al candidato Mayor Oreja. Según el eurobarometro, se prevé una gran abstención electoral para estas elecciones. Qué mejor antídoto contra la abstención que la presencia pública de Aznar y sus consejos sobre el rumbo que ha de tomar el país.
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