sábado, 20 de marzo de 2010

Noticias desde el hospital de los locos: morir joven

Recuerdo que cuando era una adolescente escuché muchas veces que la rebeldía y querer cambiar el mundo eran cosa de los jóvenes, que eran vistos con condescendencia por los adultos, conocedores de la vida real. “Ya se les pasará”. Pero a mí no se me pasa. Estoy condenada eternamente a ser joven.

domingo, 14 de marzo de 2010

Noticias desde la CNN+: la economía de los cuerdos



José García Abad, periodista que ha escrito un libro sobre José Luis Rodriguez Zapatero titulado “El Maquiavelo de Leon”, se declara un simple entomólogo, un científico objetivo que disecciona sin sentimientos al personaje Zapatero. Nadie lo diría por la foto que elige de portada en la que el presidente español parece un servidor del mismísimo diablo, con ojos vesánicos, ni por el título, que parece indicar una personalidad manipuladora y con doble fondo. Qué manía tienen estos cuerdos de defender lo contrario de lo que piensan, de lo que dicen o de lo que hacen, a pesar de las evidencias en su contra. Sin duda confian demasiado en el poder de las palabras. Pero lo que más me llamó la atención de Garcia Abad, en su entrevista en el programa Cara a Cara de CNN+ , es la afirmación de que el error más grave cometido por Zapatero en materia económica es la deducción de 400 euros a cargo del IRPF. Esta afirmación es la que me confirmó que estaba escuchando a un cuerdo porque a este periodista no le parece que es peor subir los impuestos indirectos (hidrocarburos, tabaco, electricidad, IVA), una medida indiscriminada que afecta a todos los ciudadanos independientemente de su renta y que, por tanto, supone una mayor carga para las personas más humildes. Tampoco le debe parecer un gran error suprimir el impuesto sobre el patrimonio, tolerar la tributación de las Sociedades de Inversión Colectiva de Capital Variable (SICAV) o la amnistía fiscal concedida a los compradores de deuda pública procedentes de los paraísos fiscales, entre otras medidas desastrosas. Sin duda que no se legisla en economía contra los más ricos. Zapatero es otro cuerdo que se hace pasar por socialista.

domingo, 7 de marzo de 2010

Noticias desde Madrid: a la derecha no le gustan los derechos


Participantes en la manifestación
contra la ley del aborto. MÓNICA PATXOT


La derecha que no gobierna, repleta de cuerdos, ha vuelto a okupar las calles de varias ciudades españolas. De esta okupación se pueden sacar al menos tres conclusiones. Una de las cosas que queda clara es que, más que insistir en la asignatura de ciudadanía, habría que hacer más hincapié en la de matemáticas porque esto de contar participantes no se les da demasiado bien. La empresa de recuento de asistentes Lynce ha contabilizado 9.726 personas mientras que la organización habla de 600.000. ¿Demasiada diferencia? Es probable que alguién mienta descaradamente y no miro a nadie. Otra de las conclusiones es la confirmación de que la derecha organiza manifestaciones que van en contra de los derechos de la ciudadanía. Lejos de ampliar las libertades y derechos personales, buscan reducir o eliminarlas. Esta característica propicia que a sus manifestaciones se sumen organizaciones ultraderechistas y personas de dudoso talante democrático. La tercera y última conclusión, es la tendencia de la derecha a querer decidir en cualquier tema por los demás, lo cual es coherente con su idea de que el pueblo es analfabeto e ignorante. Pero no todo el pueblo es igual que ellos.

Afortunadamente, siempre habrá locas que luchen por sus derechos y por su libertad para decidir por sí mismas

viernes, 5 de marzo de 2010

Noticias del submundo: erase una vez un país

Erase una vez un país que vivió durante muchos años bajo las garras de un dictador. La mayoría estaba convencida de que su país era bueno, aunque no se pudieran decir ciertas cosas que uno pensaba por miedo a que les encerraran o mataran. Cuando alguno de sus vecinos era detenido por la policía no había duda de que se lo tenía merecido. Que se hubiera callado, decían algunos. Algo habrá hecho, decían otros. El dictador repetía constantemente que eran un imperio y el país elegido por dios en la tierra. La gente escuchaba arrobada, seducida por sus palabras, y soñaba con que las viejas glorias que antaño vivieron, se repitieran. No tenían duda de que aquel pequeño dictador era el capitán de la reconquista de aquello que fueron un día. El faro del mundo. Algunos decían que mentía pero no se atrevían a decirlo muy alto o guardaban silencio para evitar que se enfadaran con ellos. En ese silencio, llegaron a pensar que eran multitud pero sólo eran unos pocos. Se les llenaba la cabeza de planes para derrocar al sátrapa pero no pasaban de dibujarlos en unos papeles, que luego destruían inmediatamente por miedo a que les sorprendieran. El dictador mantenía en alerta al pueblo contra estos rebeldes, exagerando su capacidad para hacer daño y así aparentar su gran poder al eliminar estas amenazas. El pueblo estaba seguro. El señor les protegía. Un imperio, solo uno tan grande como el universo, tan libre como el viento. Un día el sátrapa se murió de viejo, vencedor en múltiples batallas contra enemigos imaginarios, no pudo vencer a la muerte. La gente se sintió atemorizada pues se había quedado sin guía. ¿Quién les iba a defender de las hordas enemigas? Pero había Uno, que había estado al lado del sátrapa en sus últimos días. Ungido por una corona, aquel le había nombrado su sucesor. Tú serás mi sustituto en el reino del imperio, seguirás con mi legado y lo llamarás democracia, dicen que le dijo. Rodéate de gente leal y gánate a aquellos que dicen son tus enemigos. Y así hizo. Comenzó a hablar al pueblo de democracia. Les dijo que ahora podían decir lo que quisieran, cantar, bailar y amarse libremente. Los rebeldes empezaron a gritar a los cuatro vientos las cosas que pensaban. No digáis esas cosas, les decían, no vaya a levantarse el espíritu del sátrapa y acabar con todos vosotros. Y callaron. El Uno empezó a aglutinar a todos los importantes a su alrededor y les dijo que este país había nacido para ser democrático, que eran una gran nación. Todos empezaron a repetir lo mismo y el pueblo, que dudaba si seguía siendo un gran imperio, empezó a comprender que nada había cambiado y que era tan poderoso como lo fue con el viejo dictador. ¡Viva la democracia! gritaban las gentes del pueblo, alborotadas en las calles. Felices de ser quienes eran, comieron perdices y colorín colorado este cuento no se ha acabado.