viernes, 20 de febrero de 2009

Noticias desde Castellón: lecciones de ciudadanía desde el pequeño imperio fabrense

En este país, me refiero a España, somos capaces de salir a la calle para protestar por o defender cualquier cosa. Incluido para salvaguardar a la familia que ya está suficientemente salvada y guardada. La cosa es salir, pasar un buen rato, reunirse con los amigos y gritar contra algo o contra alguien. Después nos vamos a tomar unas cervezas, sentados en una terracita al sol, nos echamos unas risas con los amigotes y nos vamos a casa, un poco achispados, contentos y orgullosos de nosotros mismos por haber luchado en la calle contra la injusticia que nos rodea, con una mezcla de enfado contra el mundo y de satisfacción por encontrar a compañeros caminando en la misma dirección de la lucha y el activismo. Salimos, como decía, por cualquier cosa. Incluido por evitar el descenso a segunda de un equipo de futbol de primera división o por defender a Jesús Gil a sabiendas de que era mucho más rico que cuando entró en el Ayuntamiento Marbellí. Carlos Fabra sigue gobernando la Diputación de Castellón a pesar de estar acusado de cohecho y fraude fiscal, entre otros delitos. ¿Alguien ha escuchado que en Castellón los ciudadanos se hayan movilizado multitudinariamente para protestar? Alguno habrá, por supuesto, pero cómo se puede explicar que en una provincia como Castellón las protestas de los ciudadanos sean marginales. Los ciudadanos de Marbella fueron cómplices mudos del saqueo de las arcas municipales durante más de una década. Se les compró con trabajo, se limpió Marbella de gente indeseable, yonquis, putas y gentes de malvivir conminándoles, con la amabilidad propia de un policía local marbellí, a abandonar la ciudad por las buenas y, sobre todo, por las malas. A cambio se pidió que miraran hacia otro lado cuando metían las manos en la hucha del dinero público. ¿Qué es lo que están recibiendo los ciudadanos castellonenses a cambio de su silencio? ¿Cómo es posible que no se oigan los gritos de desesperación en todos los rincones del planeta por ser gobernados por un tipo imputado por nueve delitos? La complicidad de las instituciones públicas valencianas, la inoperancia sospechosa del Juzgado de Nules, el silencio de los ciudadanos. ¿No estaremos todos infestados hasta el tuetano del parásito de la corrupción? ¿No somos todos cómplices?

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