Sé que es uno de los cuerdos ilustres, por no decir, el mayor que nos ha dado la historia contemporánea de España. Sé que este País de Cuerdos está dedicado a tan egregios personajes pero tampoco quiero saturar con excesivas entradas sobre el mejor presidente cuerdo que ha tenido la democracia actual. Ahora, no me lo puede poner peor este personaje. Cada aparición pública, nos obsequia con una perla y claro, una es que no puede dejar de hacer un comentario.
No es sorprendente este gesto en un personaje tan desatado como este, teniendo en cuenta las peinetas metafóricas que ha dedicado a la ciudadanía durante sus largos años de gobierno, materializadas, finalmente, en la participación española en la guerra de Irak por decisión propia. En la actualidad, sus apariciones públicas van dirigidas a menoscabar la imagen del país en el exterior, dinamitar la paz social desde el enfrentamiento entre comunidades y grupos ideológicos además de despreciar y debilitar al gobierno de Zapatero. Su vocación, dice, es mejorar la situación de España aunque su comportamiento demuestre lo contrario. Es lo que tienen los cuerdos.
En la Facultad de Económicas de la Universidad de Oviedo, un grupo de manifestantes definió su vocación en términos, si se quiere, más contundentes: Aznar es un criminal de guerra. Podría ser un demócrata o un luchador por causas justas pero no, es un criminal de guerra. Y parece que esta definición no es del agrado del personaje ni de allegados. Él prefiere que se le tenga como un gran hombre de estado, responsable y de fuertes convicciones. Un hombre que sabe tomar decisiones cuando las situaciones difíciles lo requieren. Aunque las consecuencias sean miles de muertos inocentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario