miércoles, 20 de enero de 2010

Noticias desde Washington: un nobel y más de lo mismo



Hace un año que Barack Obama fue nombrado el cuadragésimo cuarto presidente de Estados Unidos y en la entrada que escribí, en su momento, expresaba mis dudas sobre si sería un loco o un cuerdo.
Sólo los hechos nos desvelarían que hay detrás de la careta publicitaria de este producto.

Nos ha bombardeado con discursos históricos como el que dirigió al mundo árabe, que abonó en vano la esperanza de un cambio de política, o el que realizó al recibir el premio nobel de la paz, donde defendió y justificó la guerra mientras recibía un galardón de paz, en un ejercicio cínico sin parangón histórico. Nos dijo que cerraría la vergonzosa prisión de Guantánamo mientras pegaba patadas a los derechos humanos en Bagram. Guantánamo sigue abierto, por supuesto. Aumentó el número de soldados enviados a Afganistán y convenció, con su exquisitó talante, a los presidentes afectos a que enviaran más soldados y maquinaria de guerra, o de paz según su extraño lenguaje. Llega a convencer incluso al presidente del no a la guerra, Zapatero, para el que lo que defendió hace años con Iraq ya no sirve con respecto al pueblo de los talibanes y Al Qaeda. Sigue defendiendo la democracia igual que sus antecesores permitiendo el fraude electoral en las elecciones afganas y aupando de nuevo al poder al corrupto dictadorzuelo Karzai. La democracia en sus labios no pierde el significado que heredó, continuando con su particular lenguaje, pues es el presidente del que dicen el país más democrático del mundo a donde, si quieres viajar, violan tus derechos en aras de la seguridad y si te quejas, ya sabes, te vuelves a tu país. Sancionó con la boca pequeña el golpe de estado en Honduras mientras toleraba las maniobras de los golpistas y bendijo la celebración de unas elecciones carentes de credibilidad, eludiendo la reinstauración del orden democrático y la restitución de su presidente legítimo. Continúa con su política contra Cuba y la demonización de la República Bolivariana de Venezuela mientras tolera dictaduras sangrientas como la de Guinea Ecuatorial o dictaduras amigas como la de Marruecos. Ahora, envía soldados a Haití disfrazados de ayuda humanitaria. Y todo esto, entre otras cosas cuerdas, lo sigue haciendo con esa sonrisa que cautivó al mundo e hizo creer en la esperanza de que otro mundo es posible.

Sí, sin duda, Barack Obama es un cuerdo.