José Mena Aguado, aquel que, en la Pascua militar del 2006, nos recordó que el ejército podría intervenir si el estatuto de Cataluña no se ajustaba a la constitución de 1978, nos castiga, dos años después, con un libro. Escrito por el bien de España, claro. Pero, ¡qué le hemos hecho!. ¿Es necesario transcribir en papel la simpleza de espíritu?. Pues parece que sí. Este señor nos explica, en una entrevista concedida al diario ABC, que el descontento en aquella época, de los militares con el gobierno, no estaba provocado, sólo, por el diabólico estatuto de Cataluña. También hace mención a que en la academia de suboficiales de Talan se quitó un lema que decía "A España servir hasta morir". Pobrecitos. Este hecho dice que marcó "el serio descontento de los militares con la política socialista". ¿De verdad cree que eso es serio? ¿A qué se dedican los tenientes generales de este país?¿ No tienen trabajo en el que ocuparse, que se tienen que preocupar por nimiedades?. A esto añade que se unieron otras circunstancias como la retirada de la estatua de Franco de la Academia General Militar. Es decir, que a este señor le molesta que se retire simbología franquista, hablando en plata, le molesta que se retire una mierda de estatua que no tiene ningún valor artístico ni estético. ¿De qué material está hecho el espíritu de este hombre?. El ejercito sigue infiltrado por espíritus de otro mundo. El problema no está en las declaraciones de este don nadie ni siquiera en que escriba un libro sino en quienes forman el ejercito de este país. Este hombre era teniente general. Blas Piñar, hijo de aquel de Fuerza Nueva, era general. Estos señores tenían a su mando a miles de soldados. Los nostálgicos de épocas pasadas se refugian, en democracia, en aquellas fuerzas que en el pasado eran el sostén de la dictadura. Se refugian en las iglesias, en los cuarteles y en la calle genova.
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